Filosofía

 
COSMOLOGÍA: La Naturaleza 
 
El problema del cambio 
Cuando contemplamos la naturaleza descubrimos con facilidad que todas las cosas están sujetas 
a transformaciones y cambios. En general, todo lo que comienza termina en algún momento, y ya 
sea que hablemos de un ser vivo o de una roca, todo tiene un nacimiento y una muerte o 
destrucción. 
 
Los antiguos filósofos griegos, cuando contemplaban la naturaleza, decían que las cosas se 
generan y se corrompen (dañan), y a todo el conjunto de transformaciones y cambios que ocurren 
en la naturaleza lo llamaban metabolé, palabra que se traduce como cambio. Pero, ¿por qué 
permanentemente se dan cambios en la naturaleza? Los primeros pensadores descubrieron que, 
a pesar de los cambios continuos, la naturaleza tiene un orden, ya que en todos los procesos 
naturales existía una cierta regularidad. Por ello procuraron encontrarle una explicación racional a 
ese orden o cosmos. 
 
Explicar el orden de la naturaleza, era explicar la lógica que subyace a todas las 
transformaciones. 
 
El problema del movimiento 
Una posibilidad a la hora de comprender los continuos 
cambios naturales, es pensar que éstos son eternos, sin 
principio ni fin. Al ser eterno, el cambio mismo no tendría 
origen ni muerte, ni generación ni corrupción, por lo que el 
cambio sería aquello que no cambia, siendo lo único 
permanente. Si entendemos lo real como lo permanente, lo 
único propiamente real en la naturaleza sería sencillamente 
su orden o su lógica, esto es, su cambio eterno. 
 
Las cosas que cada día creemos reales, siempre están 
cambiando, generándose o destruyéndose, pasando del ser 
al no ser, sin ser nunca en sentido pleno. Cuando se piensa 
que lo real está constantemente llegando a ser sin ser 
plenamente, decimos que la realidad es devenir. El primer 
filósofo que desarrolló esta idea fue el griego Heráclito de 
Efeso.
 
HERÁCLITO DE ÉFESO 
Es uno de los pensadores más 
singulares de todos los tiempos, 
nació alrededor del 540 a.C. en el 
seno de una familia aristocrática de 
Efeso. Convencido antidemócrata, 
despreció con su vida y con su obra 
la actividad política. Incomprendido 
y malinterpretado desde la 
antigüedad, lo apodaron “el oscuro”. 
Los fragmentos que se conservan 
de su obra, reflejan su particular 
estilo. Algunas frases: “todo cambia, 
nada es”, “Nadie se baña en el río 
dos veces porque todo cambia en el 
río y en el que se baña”.
 
El ser 
Si nada es plenamente, si todo es devenir, lo que cotidianamente llamamos “realidad” estaría en 
un estado intermedio entre el ser y el no ser. Pero ¿Cómo puede la realidad no ser? Si algo es 
real, pensamos, es porque es, no porque está a punto de ser; es parcialmente o “casi es”. Mucho 
menos pensamos que algo sea algo que no es. Esto es contradictorio. Por eso debemos pensar 
que el ser es y que la nada no es. 
 
¿Qué pasa entonces con el movimiento? Según lo dicho, parce que el cambio en la naturaleza es 
irreal, esta fue la tesis defendida por los filósofos griegos Parménides y Zenón de Elea. Aunque va 
contra nuestra experiencia cotidiana, se apoya en un razonamiento lógico. Por eso Parménides y 
muchos otros han pensado que para poder hablar de lo real debemos usar la lógica, es decir, el 
pensamiento, y no los sentidos. 
 
El concepto de sustancia 
Parece lógico que si algo es, no puede dejar de ser absolutamente. Por lo mismo, algo que es no 
puede generarse de la nada. Sin embargo, lo que nos enseña la experiencia es incuestionable: en 
la naturaleza hay cambio. ¿Cómo explicarlo? ¿A fin de cuantas hay algo real? La respuesta 
clásica de la filosofía a este problema se da con el concepto de sustancia. Sustancia es aquello 
que permanece a pesar de los cambios. Es lo más real. Aquello que cambia en las cosas no es 
sustancial, sino accidental. Los términos “sustancia” y “accidente” provienen del latín y de la 
filosofía escolástica, pero su definición se la debemos al filósofo griego Aristóteles. 
 
El cambio siempre es relativo con respecto a algo. Si el color del pelo de Fulana cambia, es 
porque cambia con respecto a algo que no cambia: Fulana. En este caso Fulana es sustancial, 
mientras que el color del pelo de Fulana es accidental. Pero el color mismo, digamos el blanco, no 
cambia; es sustancial, por ejemplo, con respecto al lugar en el que aplicamos el color. 
 
Sustancia es aquello que pertenece, a pesar de los cambios. Es lo real. Aquello que cambia 
en las cosas no es sustancial, sino accidental.